Por Pablo Rodriguez Ortiz
Vivimos en sociedades de consumo donde nuestra metas, deseos y personalidades se construyen a partir de las cosas materiales que tenemos y nuestro amor por ellos puede llevar a que intentemos darle vida a objetos inanimados para interactuar e incluso tener una relación con ellos.
Muchas películas a lo largo de la historia del cine le han dado vida a
diferentes tipos de objetos y los muñecos son los más usados. Desde cuentos
infantiles a películas de terror o hasta comedias absurdas como “Ted” lo han
hecho. Y más precisamente la premisa de una muñeca cobrando vida dentro de lo
que seria el genero de comedia romántica lo podemos encontrar en dos películas
que a pesar de compartir el mismo tópico nos dan historias completamente
distintas y visiones casi opuestas sobre el mismo tema. En 1987 se estrena
“Mannequin” de Michael Gottlieb conocida
en latinoamerica como “Me enamore de un maniquí” y una opción predilecta de los
canales de aire para pasarla los domingos a la tarde durante los noventas. El protagonista es
Jonathan Switcher (Andrew McCarthy) un joven al que le va mal laboralmente hasta que empieza a
trabajar en un shopping donde encuentra a un maniquí que él mismo confecciono en un
anterior trabajo y en este cobra vida la reencarnación de una antigua mujer egipcia llamada Ema (Kim Cattrall). Ella lo ayuda a vestir las
vidrieras del shopping y a partir de ahí cambia la suerte del muchacho, crecen
las ventas del lugar y él obtiene mejores puestos pero el dueño de una tienda
rival donde trabaja su ex novia lo
quiere contratar pero al negarse le comienzan a generar
problemas hasta que intentan
robarle su maniquí. A partir de esta historia podemos
reconstruir una sociedad de la época y un
tipo de cine que exageraba y convertía en estereotipos a todos sus personajes; un compañero gay, un guardia de seguridad
torpe, un jefe despectivo y muchos hombres que actúan prácticamente como acosadores. Y sea o no deliberado, la mujer que nos muestran es solo un objeto de deseo y específicamente siendo un maniquí un objeto que
debe lucirse ante el resto con
finas ropas para mostrar su belleza. Reforzando así la idea del consumo
como fuente que provee la felicidad. Ema antes de convertirse en maniquí expresa su
interés en ser inventora pero en la película no nos muestran esa faceta en ningún momento, ella siempre es el apoyo y la motivación para que el hombre mejore
pero sus propios intereses no se hacen visibles para el espectador. Ella de
cierta manera huyó del tiempo en que vivía porque no era libre de hacer lo que
quisiera y tenia que casarse con la persona que indicaban sus padres pero una
vez que finalmente logra ser humana lo único que nos muestran es que los
protagonistas se casan en una vidriera
del shopping. Ese es el típico
final que nos mostraron por décadas completando el circulo del romance
tradicional.
Para tener un punto de comparación nos vamos a
ir al 2009, año en el que se estrena “Air Doll” una película japonesa del
director Hirokazu Koreeda con casi la misma premisa que la anterior pero esta
vez se trata de una muñeca inflable en este contexto volvemos a tener a una
mujer presentada como un objeto y
ahora directamente como un objeto sexual con la clara
diferencia que acá podemos ver la visión de “Nozomi” (Donna Bae) la muñeca que
cobra vida por la magia de una gota de agua que cae sobre ella. Su dueño, Hideo, es un hombre
solitario que piensa que las relaciones humanas son “molestas”. Pero Hideo no se entera que la
muñeca cobra vida y ella mientras él trabaja sale a pasear por la ciudad y la recorre intentando
encontrarle un sentido a lo que significa estar vivo. En una de sus salidas
toma un trabajo en una tienda de alquiler de videos y comienza a relacionarse
con Junichi uno de los empleados que le enseña todo lo que debe hacer. La ciudad que recorre Nozomi donde interactuá
de vez en cuando con algunos personajes esta llena de colores vivos y la vez
compuesta de mucha soledad, lo que alguna vez en otro contexto fue una comedia
romántica, en este mundo es una reflexión constante del sentimiento de soledad a pesar de estar
rodeados de gente y de la búsqueda de la
identidad humana. Aparece una diferencia con respecto a lo
que decíamos al comienzo. Acá el objeto material no necesita tener vida, es lo
que le sucede al dueño de la muñeca al descubrir su existencia. Él quiere que
vuelva a ser solamente una muñeca porque es lo que puede controlar en cambio
una relación con una mujer de verdad no la puede sostener. Nozomi se escapa y buscando un hogar llega a la
fabrica donde fue creada y ahí descubre que las muñecas usadas que ya no sirven
son tiradas a la basura. Luego se va a vivir con Junichi la persona que la quiere como es y esperamos que acá termine
con un final feliz, pero lo que nos da el director es todo lo contrario. El
cliché de las películas románticas de Hollywood no se cumple. Pero no se los
voy a contar porque esta es una recomendación para que lo descubran por su
cuenta.
(Articulo publicado en Revista Rocamadour Numero 2 abril 2019)
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