“La naturaleza está fuera de nosotros”En sus Diez Mandamientos, Dios olvidó mencionar a la naturaleza. Entre las órdenes que nos envió desde el monte Sinaí, el Señor hubiera podido agregar, pongamos por caso:
“Honrarás a la naturaleza de la que formas parte”.
Pero no se le ocurrió. Hace cinco siglos, cuando América fue apresada por el mercado mundial, la civilización invasora confundió a la ecología con la idolatría. La comunión con la naturaleza era pecado, y merecía castigo. Según las crónicas de la conquista, los indios nómadas que usaban cortezas para vestirse jamás desollaban el tronco entero, para no aniquilar el árbol, y los indios sedentarios plantaban cultivos diversos y con períodos de descanso, para no cansar la tierra. La civilización que venía a imponer los devastadores monocultivos de exportación, no podía entender a las culturas integradas a la naturaleza, y las confundió con la vocación demoníaca o la ignorancia.
Y así siguió siendo. Los indios de Yucatán y los que después se alzaron con Emiliano Zapata, perdieron sus guerras por atender las siembras y las cosechas del maíz. Llamados por la tierra, los soldados se desmovilizaban en los momentos decisivos del combate. Para la cultura dominante, que es militar, así los indios probaban su cobardía o su estupidez.
Para la civilización que dice ser occidental y cristiana, la naturaleza era una bestia feroz que habla que domar y castigar para que funcionara como una máquina, puesta a nuestro servicio desde siempre y para siempre. La naturaleza, que era eterna, nos debía esclavitud.
Muy recientemente nos hemos enterado de que la naturaleza se cansa, como nosotros, sus hijos; y hemos sabido que, como nosotros, puede morir asesinada. Ya no se habla de someter a la naturaleza: ahora hasta sus verdugos dicen que hay que protegerla. Pero en uno u otro caso, naturaleza sometida o naturaleza protegida, ella está fuera de nosotros. La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo.
Eduardo Galeano
Decálogo inmoral desde el monte Sinaí
Se nombran bajo la impiedad los diez mandatos del deber
Fue fácil ignorar la Madre Natural
En el imperio sin razón hoy cuestionemos nuestra fe!
Pachamama, soy tu voluntad.
Vas sobre el edén sin observar
Que el sinfín de la belleza se pudrió.
Vas, sujeto en la voracidad.
Sucio y mercantil depredador.
Despertá: esto es el progreso.
Sorpresa al encontrar el hedor
Sobre la huerta que Adán juró cuidar.
Codicia y prosperidad, hermana mezquindad
¿Eso es humanidad? No ves que así hoy
Vas sobre el edén sin observar
Que el sinfín de la belleza se pudrió.
Vas, sujeto en la voracidad
Donde el lazo eterno se rompió.
Despertá de la farsa del progreso.
"Madre Nuestra y servil, soy tu simple creación
Alfil y tu aprendiz, la más clara sumisión a tu verdad"
Vas sobre el edén sin observar
Que el sinfin de la riqueza se pudrio.
Vas, irresponsable occidental.
El modelo de hombre fracaso.
RODIA
Mis otros posts sobre la Naturaleza:
El ginkgo
Los Animales me importan
Nuestra Madre
El Poder de las mineras
BUENO EL PLANTEO Y TUS APORTES. SALUDOS.
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