25 de julio de 2008

El Ginkgo "Portador de Esperanza"


EL GINKGO, EL más antiguo de los árboles, está en el mundo desde la época de los dinosaurios.
Dicen que sus hojas de abanico alivian el asma, el dolor de cabeza y los achaques de la vejez.
Y está probado que esas hojas son, también, el mejor remedio contra la mala memoria.
Cuando la bomba atómica convirtió a la ciudad de Hiroshima en un desierto de negrura, un viejo ginkgo cayó fulminado cerca del centro de la explosión. El árbol quedó tan calcinado como el templo budista que el árbol protegía.
Tres años después, alguien descubrió que una lucecita verde asomaba en el carbón. El ginkgo muerto había dado un brote. El árbol renació, abrió sus brazos, floreció. Ese sobreviviente de la matanza sigue estando ahí. "PARA QUE SE SEPA".

Eduardo Galeano



El ginkgo (Ginkgo biloba) conocido también como árbol de los cuarenta escudos, es un árbol único en el mundo, sin parientes vivos. Está clasificado en su propia división, la Ginkgophyta, siendo el único miembro de la clase, Ginkgoopsida, orden Ginkgoales, familia Ginkgoaceae, género Ginkgo. Contiene una única especie, el Ginkgo biloba que constituye uno de los mejores ejemplos de relicto o fósil viviente conocido.

Originario de China. Puede llegar a vivir hasta 1,000 años. Se ha usado con fines ornamentales desde hace milenios. Puede florecer en diferentes climas del mundo, sin embargo, crece principalmente en el sur y el este de Estados Unidos, el sur de Francia, China y Corea. Desde hace siglos se ha utilizado por sus acciones terapeúticas, especialmente por la medicina tradicional china, y las hojas del árbol se usan en la herbolaria moderna.

Entre los efectos que provoca una explosión atómica se encuentra una fuerte radiación ionizante, que produce una oxidación en los tejidos vivos que atraviesa dicha radiación. El Ginko Biloba es un auténtico fósil viviente, un árbol que existía hace ya cientos de millones de años, cuando la atmósfera terrestre era mucho más rica en oxígeno, y desarrolló sistemas de defensa contra la oxidación que lo salvaron de la explosión atómica.

Después de la bomba atómica de Hiroshima, se le conoce como portador de esperanza.




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